DEFINICIÓN
La Ley de
Prevención de Riesgos laborales impone al empresario y al trabajador una serie de obligaciones
a fin de garantizar la seguridad y la salud en el trabajo. Por ello, ambos
sujetos serán responsables, cada uno dentro de sus respectivos ámbitos, en la
medida que sus acciones u omisiones impliquen un incumplimiento de la
normativa.
Los trabajadores deberán, en particular:
- Cooperar con el empresario para garantizar unas condiciones de trabajo seguras.
- Cumplir con las órdenes e instrucciones relativas a la prevención y protección de riesgos.
- Informar de inmediato sobre las situaciones que, a su juicio, entrañen riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores.
- Utilizar correctamente las herramientas y medios con los que desarrollen su actividad, los medios y equipos de protección personal, así como los dispositivos de seguridad existentes o que se instalen, relacionados con su actividad o en los lugares de trabajo en los que desarrolle la misma.
- Comunicar
al empresario las situaciones de salud incompatibles con su trabajo.
VINCULACIÓN PRÁCTICA
Responsabilidad del
empresario.
El art. 14 de la Ley de Prevención de
Riesgos Laborales (LPRL) impone al empresario una serie de obligaciones a fin
de garantizar la seguridad y la salud en el trabajo, reconociendo al trabajador
el derecho a una protección eficaz en esta materia.
Como señala la doctrina (Sala Franco) la
obligación empresarial “es una obligación de medios y no de resultado, por lo
que el empresario cumplirá con su obligación genérica cumpliendo todas las
obligaciones específicas en que aquélla se concreta, poniendo todos los medios
necesarios para que no se produzcan daños, aunque éstos finalmente se produzcan
y, en sentido contrario, incumplirá su obligación genérica incumpliendo alguna
de las obligaciones específicas, aunque no se produzca un resultado dañoso”.
Responsabilidad
administrativa.
El incumplimiento por el
empresario de la normativa en materia de prevención de riesgos laborales genera
una responsabilidad administrativa.
Las sanciones previstas
son, principalmente, de carácter económico y oscilan entre los 40 y los 819.780
euros de multa, según se trate de infracciones leves, graves o muy graves.
Dentro de cada una de ellas se gradúan las sanciones en función de la
concurrencia de una serie de criterios agravantes o atenuantes.
Por
otra parte, cuando concurran circunstancias de excepcional gravedad en las
infracciones cabrá, asimismo, la sanción consistente en la suspensión de las
actividades laborales por un tiempo determinado o, incluso, en el cierre del
centro de trabajo. Además, podrá limitarse la facultad de contratar con la Administración
cuando se hayan cometido infracciones administrativas muy graves en materia de
seguridad y salud en el trabajo, o constitutivas de delito, todo ello en los
términos contemplados en la legislación específica.
Todo
ello sin perjuicio que también pueda exigirse responsabilidad a otros sujetos
infractores, incluso al propio trabajador afectado que hubiera contribuido
directamente en la comisión de la infracción empresarial.
Responsabilidad
penal.
El Código Penal establece diversos tipos penales en que puede incurrir el
empresario al incumplir su deber de protección de la seguridad y salud de los
trabajadores:
El delito contra la seguridad y salud en el trabajo. Se trata de un delito de
riesgo y no de resultado por lo que no se exige la producción de un resultado
dañoso.
Los delitos y faltas de lesiones y de homicidio tipificados en los arts. 147, 138, 142 y 621 del CP, en función
que se produzca, efectivamente, un resultado dañoso o lesivo.
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Asimismo, debe
recordarse lo que establece el art. 31 CP en virtud del cual “el que actúe como
administrador de hecho o de derecho de una persona jurídica, o en nombre o
representación legal o voluntaria de otro, responderá personalmente, aunque no
concurran en él las condiciones, cualidades o relaciones que la correspondiente
figura de delito o falta requiera para poder ser sujeto activo del mismo, si
tales circunstancias se dan en la entidad o persona en cuyo nombre o
representación obre. En estos supuestos, si se impusiere en sentencia una pena
de multa al autor del delito, será responsable del pago de la misma de manera
directa y solidaria la persona jurídica en cuyo nombre o por cuya cuenta actuó”.
Responsabilidad civil.
Responsabilidad civil derivada de la penal.
El empresario puede quedar sujeto a una responsabilidad civil
por la comisión de un delito o falta si de sus actos u omisiones se derivan
perjuicios para terceros. Así lo establece el art. 116.1 CP cuando dice que “toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo
es también civilmente si del hecho se derivaren daños o perjuicios (...)”.
Dicha responsabilidad civil se regula por lo establecido en el
Código Penal, por expresa remisión del art. 1.902 del Código Civil: “las obligaciones que nazcan de los delitos o faltas se regirán
por las disposiciones del Código Penal”.
En este sentido, el Código Penal se encarga de regular dicha
materia en los arts. 110 y siguientes, según los cuales la ejecución de un
hecho descrito por la Ley como delito o falta obliga a reparar, en los términos
previstos en las Leyes, los daños y perjuicios por él causados. La
responsabilidad establecida comprenderá la restitución, la reparación del daño
y la indemnización de perjuicios materiales y morales.
Responsabilidad civil contractual.
Cuando el empresario causara daño al trabajador como
consecuencia de incumplir sus obligaciones en materia de prevención de riesgos
laborales, será responsable de conformidad con el art. 1.101 del Código Civil:
“quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios
causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo,
negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de
aquéllas”, responsabilidad que la jurisprudencia ya consideró en su
momento de carácter contractual (STS 14-06-84).
Con carácter general, los requisitos que deben concurrir para la
existencia de responsabilidad civil por daños pueden resumirse en los
siguientes:
§ Existencia de daños al trabajador.
§ Acción u omisión, consistente en un incumplimiento, normalmente
grave, por parte del empresario de sus obligaciones en materia de seguridad y
salud en el trabajo.
§ Culpa o negligencia empresarial.
§ Relación de causalidad entre la conducta empresarial y el daño
producido. Esta responsabilidad consistirá, básicamente, en satisfacer una
indemnización de daños y perjuicios al perjudicado que será fijada por el
tribunal correspondiente con carácter discrecional en atención a las
circunstancias concurrentes y a los daños realmente producidos.
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Para la determinación de la indemnización deberán detraerse o
computarse las prestaciones reconocidas sobre la base de la normativa
protectora de la Seguridad Social, en especial cuando se deba determinar el
importe de la indemnización derivada de los perjuicios que afectan al ámbito
profesional o laboral del accidentado.
Y es que, como apunta la STS 9-2-05, “las prestaciones de Seguridad Social no agotan la indemnización
total que pudiera proceder en concepto de responsabilidad civil por culpa o
negligencia del empresario en la producción de un accidente de trabajo, pero se
integran en ese total indemnizatorio y son, por lo tanto, deducibles del
importe que hubiera tenido que abonarse si no hubieran existido tales
prestaciones, ya que las mismas no alteran ese importe total y no pueden
adicionarse al mismo porque se produciría un exceso carente de causa, como
resulta evidente si se tiene en cuenta que el asegurado social percibiría
indemnización superior a quien no estuviese cubierto por tal aseguramiento y
hubiese sufrido daño equivalente por culpa también equiparable”.
A falta de norma legal expresa en materia laboral, la
indemnización deberá ser adecuada, proporcionada y suficiente para alcanzar a
reparar o compensar plenamente todos los daños y perjuicios (daño emergente,
lucro cesante, daños materiales y morales), que como derivados del accidente de
trabajo se acrediten sufridos en las esferas personal, laboral, familiar y
social, aunque para facilitar la prueba o para formar el criterio judicial
valorativo los órganos judiciales puedan acudir analógicamente, como posibilita
el art. 4.1 del Código Civil, a otras normas del ordenamiento jurídico que ante
determinadas secuelas o daños establezcan unos módulos indemnizatorios.
Asimismo, deberá tenerse en cuenta para su determinación la
eventual concurrencia de culpas entre el trabajador y empresario por
incumplimiento mutuo de sus respectivas obligaciones en materia de prevención de
riesgos laborales. En todo caso, no podrá computarse ni detraerse de dicha
indemnización el posible de recargo en las prestaciones por falta de medidas de
seguridad.
Por último, la jurisprudencia ha señalado, por el contrario, que
no existe responsabilidad civil en los siguientes supuestos: cuando el
accidente se produce por motivos fortuitos e imprevisibles (STSJ Valladolid
4-12-00), cuando los daños se producen por causas ajenas a la relación laboral
o en el desarrollo de una actividad ajena a la de su principal y sustraída a la
dirección, control y disciplina del empresario (STSJ Extremadura 25-1-06),
cuando se deba a un particular mal uso de los mecanismos de prevención
disponibles por parte del trabajador (STSJ Cataluña 21-3-03) o cuando es debido
a su exclusiva culpa.
Jurisdicción competente: Será competente para enjuiciar las
controversias entre empresario y trabajador con motivo de la relación laboral
la jurisdicción social.
Debe recordarse que la responsabilidad civil
podrá reclamarse también ante la jurisdicción penal cuando se siga causa penal
por los mismos hechos, o de forma autónoma, si se ha hecho la oportuna reserva
de acciones.
Plazo. El plazo de prescripción es de un año a contar desde el día en que la
acción pudiera ejercitarse.
Seguro de responsabilidad civil: La responsabilidad civil, derivada o no de
delito o falta, es asegurable de conformidad con lo establecido en el art. 15.5
de la LPRL y el art. 117 del CP. En este sentido, “los aseguradores que hubieren asumido el riesgo
de las responsabilidades pecuniarias derivadas del uso o explotación de
cualquier bien, empresa, industria o actividad, cuando, como consecuencia de un
hecho previsto en este Código [penal], se produzca el evento que determine el riesgo
asegurado, serán responsables civiles directos hasta el límite de la
indemnización legalmente establecida o convencionalmente pactada, sin perjuicio
del derecho de repetición contra quien corresponda”.
ELEMENTOS DESTACADOS
Régimen de compatibilidad entre las distintas responsabilidades.
§ En primer lugar, es compatible la responsabilidad civil con todas las demás, es decir, con las responsabilidades penal y/o administrativa,
el recargo en las prestaciones y la responsabilidad de la entidad gestora o del
empresario en materia de seguridad social.
§ En segundo lugar, son incompatibles entre sí las
responsabilidades administrativa y penal, con base al principio “non bis in idem” establecido por
el art. 3 de la LISOS: “no podrán sancionarse los
hechos que hayan sido sancionados penal o administrativamente, en los casos que
se aprecie identidad de sujeto, hecho o fundamento”. Cabe señalar, no obstante, que dicha identidad sólo se
producirá cuando el empresario sea una persona física, ya que concurren en él
la condición de empresario infractor y la de responsable penalmente, y no
cuando de trate de una persona jurídica, en cuyo caso no existirá
incompatibilidad entre la responsabilidad administrativa exigible a la empresa
y la responsabilidad penal exigible al representante de la misma.
Además, según dicho artículo, “en los supuestos en que las infracciones pudieran ser
constitutivas de ilícito penal, la Administración pasará el tanto de culpa al
órgano judicial competente o al Ministerio Fiscal y se abstendrá de seguir el
procedimiento sancionador mientras la autoridad judicial no dicte sentencia
firme o resolución que ponga fin al procedimiento o mientras el Ministerio
Fiscal no comunique la improcedencia de iniciar o proseguir actuaciones. De no
haberse estimado la existencia de ilícito penal, o en el caso de haberse
dictado resolución de otro tipo que ponga fin al procedimiento penal, la
Administración continuará el expediente sancionador sobre la base de los hechos
que los Tribunales hayan considerado probados”.
§ En tercer lugar, son compatibles las responsabilidades penal y/o
administrativa con el recargo en las prestaciones por falta de medidas de
seguridad ex art. 123 de la LGSS. Dicho artículo establece que “la responsabilidad que regula este artículo es independiente y
compatible con las de todo orden, incluso penal, que puedan derivarse de la
infracción”.
Así lo ha considerado también la jurisprudencia al afirmar que
dicho recargo “es una pena o sanción que se añade a una propia prestación,
previamente establecida y cuya imputación sólo es atribuible, en forma
exclusiva, a la empresa incumplidora de sus deberes en materia de seguridad e
higiene en el trabajo, y cuya finalidad es la de evitar accidentes de trabajo
originados por infracciones empresariales de la normativa de riesgos laborales,
imputables, por tanto, al empresario infractor, el que de haber adoptado
previamente las oportunas medidas pudiera haber evitado el evento dañoso
acaecido a los trabajadores incluidos en su círculo organizativo. Se pretende
impulsar coercitivamente de forma indirecta el cumplimiento del deber
empresarial de seguridad, incrementando específicamente sus responsabilidades
con el propósito de que a la empresa no le resulte menos gravoso indemnizar al
accidentado que adoptar las medidas oportunas para evitar riesgos de accidente”.
Por otra parte, según la jurisprudencia constitucional (STC
159/85), la posible coexistencia del recargo con una sanción administrativa no
comportaría vulneración del principio "non bis in idem" ya que “mientras el recargo crea una relación indemnizatoria
empresario-perjudicado, la sanción administrativa se incardina en la potestad
estatal de imponer la protección a los trabajadores”.
Asimismo, de conformidad con el art. 42.5 “la declaración de hechos probados que contenga una sentencia
firme del orden jurisdiccional contencioso-administrativo, relativa a la
existencia de infracción a la normativa de prevención de riesgos laborales,
vinculará al orden social de la jurisdicción, en lo que se refiere al recargo,
en su caso, de la prestación económica del sistema de Seguridad Social”.
§ Finalmente, son compatibles las responsabilidades penal y/o
administrativa con las responsabilidades exigidas al empresario de conformidad
con las normas de seguridad social. Así lo establece el art. 43 de la LISOS al
afirmar que “las sanciones que puedan imponerse a los distintos sujetos
responsables, se entenderán sin perjuicio de las demás responsabilidades
exigibles a los mismos, de acuerdo con los preceptos de la Ley General de la
Seguridad Social y de sus disposiciones de aplicación y desarrollo”, refiriéndose, probablemente, a aquéllas señaladas, entre
otros, en los arts. 127.3, 195 y 197.2 de la LGSS (responsabilidad en orden a
las prestaciones por falta de aseguramiento o cotización, o por falta de los
reconocimientos médicos preceptivos en caso de riesgos de enfermedad
profesional, incumplimiento empresarial ante requerimientos de la autoridad
laboral, etc.).
Responsabilidad
del trabajador.
De conformidad con el art. 29 de la LPL “corresponde a cada trabajador velar, según sus posibilidades y
mediante el cumplimiento de las medidas de prevención que en cada caso sean
adoptadas, por su propia seguridad y salud en el trabajo y por la de aquellas
otras personas a las que pueda afectar su actividad profesional, a causa de sus
actos y omisiones en el trabajo, de conformidad con su formación y las
instrucciones del empresario.
Los trabajadores, con arreglo a su formación y siguiendo las
instrucciones del empresario, deberán en particular:
§ Usar adecuadamente, de acuerdo con su naturaleza y los riesgos
previsibles, las máquinas, aparatos, herramientas, sustancias peligrosas,
equipos de transporte y, en general, cualesquiera otros medios con los que
desarrollen su actividad.
§ Utilizar correctamente los medios y equipos de protección
facilitados por el empresario, de acuerdo con las instrucciones recibidas de
éste.
§ No poner fuera de funcionamiento y utilizar correctamente los
dispositivos de seguridad existentes o que se instalen en los medios
relacionados con su actividad o en los lugares de trabajo en los que ésta tenga
lugar.
§ Informar de inmediato a su superior jerárquico directo, y a los
trabajadores designados para realizar actividades de protección y de prevención
o, en su caso, al servicio de prevención, acerca de cualquier situación que, a
su juicio, entrañe, por motivos razonables, un riesgo para la seguridad y la
salud de los trabajadores.
§ Contribuir al cumplimiento de las obligaciones establecidas por
la autoridad competente con el fin de proteger la seguridad y la salud de los
trabajadores en el trabajo.
§ Cooperar con el empresario para que éste pueda garantizar unas
condiciones de trabajo que sean seguras y no entrañen riesgos para la seguridad
y la salud de los trabajadores.
El incumplimiento por los trabajadores de las obligaciones en
materia de prevención de riesgos a que se refieren los apartados anteriores
tendrá la consideración de incumplimiento laboral a los efectos previstos en el
artículo 58.1 del Estatuto de los Trabajadores (...)”.
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No obstante, debe recordarse que, aun existiendo responsabilidad
del trabajador, por el juego del art. 1.903 CC el empresario puede verse
obligado a responder civilmente por los actos de aquél: “La obligación que impone el artículo anterior es exigible, no
sólo por los actos u omisiones propios, sino por los de aquellas personas de
quienes se debe responder. (...) Lo son igualmente los dueños o directores de
un establecimiento y empresa respecto de los perjuicios causados por sus dependientes
en el servicio de los ramos en que los tuvieran empleados, o con ocasión de sus
funciones”.
Esta responsabilidad civil es de carácter solidario de forma que
el tercero perjudicado podrá dirigirse, indistintamente, contra el trabajador,
contra el empresario o contra ambos simultáneamente (1.144 CC). En todo caso,
el empresario, en el supuesto que el trabajador hubiera actuado sin seguir sus
órdenes, podrá repetir contra el mismo en el caso que hubiese reparado el daño
causado por éste (1.145 CC).
En términos parecidos se pronuncia el art. 120 CP cuando existe
responsabilidad penal del trabajador, en cuyo caso el empresario podría
responder civilmente, si bien con carácter subsidiario (en caso de insolvencia
del trabajador).
CONCLUSIÓN
Todas las prestaciones económicas que tengan su causa en
accidente de trabajo o enfermedad profesional se aumentarán, según la gravedad
de la falta, de un 30 a un 50%, cuando la lesión se produzca por máquinas,
artefactos o en instalaciones, centros o lugares de trabajo que carezcan de los
dispositivos de precaución reglamentarios, los tengan inutilizados o en malas
condiciones, o cuando no se hayan observado las medidas generales o
particulares de seguridad e higiene en el trabajo, o las elementales de
salubridad o las de adecuación personal a cada trabajo, habida cuenta de sus
características y de la edad, sexo y demás condiciones del trabajador.
La responsabilidad del pago del recargo establecido en el
apartado anterior recaerá directamente sobre el empresario infractor y no podrá
ser objeto de seguro alguno, siendo nulo de pleno derecho cualquier pacto o
contrato que se realice para cubrirla, compensarla o transmitirla.
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